Existe un mundo dentro de nuestro mundo. Un mundo más allá de lo que llamamos ciberespacio. Un mundo protegido por firewalls, contraseñas y los más avanzados sistemas de seguridad. En este mundo ocultamos nuestros secretos más íntimos, nuestra información más comprometedora y, por supuesto, mucho dinero. Este es el mundo de Operación Swordfish.

Gabriel Shear, un carismático y peligroso espía que quiere financiar su propio tipo de patriotismo necesita entrar en ese mundo. Si lo consigue, le esperan miles de millones en fondos públicos ilegales. Sin embargo, para robar el dinero necesitará a un "superhacker", alguien cuyo talento haga que incluso los sistemas de seguridad más sofisticados del mundo parezcan un juego de niños.

Ahí es donde entra Stanley Jobson. A Stanley, uno de los dos mejores piratas informáticos del planeta, se le ha prohibido acercarse a menos de 45 metros de la tienda de elecrónica más próxima, tras haber estado en prisión por desbaratar las polémicas operaciones cibernéticas de vigilancia del FBI. Ahora Stanley está viviendo en una destartalada caravana, sin dinero, solo y sin lo único que da sentido a su vida, su hija Holly, a la que perdió en un divorcio.

Gabriel y su hermosa socia ginger atraen a Stanley a su mundo clandestino, tentándole con lo único que no puede tener: la posibilidad de reunirse con Holly y empezar una nueva vida. Pero una vez que Stanley entra en su mundo, se da cuenta de que en esta operación nada es lo que parece y que se ha convertido en un peón en una trama que es mucho más siniestra que un sofisticado atraco a un banco.